Los tranques vehiculares que se registran a diario en las calles de la capital no solo contribuyen a que el gasto en combustible sea excesivo para los conductores, también pueden ocasionar depresión, neurósis y ansiedad.
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Los congestionamientos, ocasionados por las obras viales que se adelantan en la ciudad, se han convertido en una fuente de estrés para los conductores que para llegar a su lugar de destino, a cualquier hora, deben pasar varias horas detrás del volante.
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La psicóloga clínica, Erika Perdomo, advierte que las consecuencias de los tranques no solo son psicológicas sino también físicas, ya que se habla de presión arterial alta y obesidad por pasar mucho tiempo sentado en el vehículo.
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Los efectos son múltiples. Los tranques pueden causar depresión e incluso afectar los niveles de concentración, capacidad de memorizar y aprender de quien conduce un automóvil. Los conductores que pasan horas detrás del volante no solo tienen que lidiar con la presión de llegar a su lugar de destino a tiempo, también deben manejar la presión que ejercen otros conductores que están en la misma situación.
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